Equipo de la UdeC beneficia a niños a través de la entrega de prótesis 3D

Fuente: Diario El Sur.

«Nunca pensé tener algo así, pero valió la pena la espera», afirma Benjamín, transportándose a través de sus palabras a lo que define sin vacilar como uno de los mejores días de su vida: la entrega de su primera prótesis ortopédica 3D, de mano. Una experiencia que no sólo rememora, sino también revive, porque ese gran acontecimiento se ha repetido y ayer recibió su tercera prótesis, diseñada en negro y amarillo, colores que él eligió.

El pequeño de 10 años nació con ausencia de su mano izquierda por una malformación y acciones habituales como tomar un vaso, abrocharse los zapatos o andar en bicicleta solían ser un reto o, simplemente, imposibles. Desde su primera prótesis, fabricada por un equipo de Ingeniería Civil Biomédica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Concepción, esto cambió, por lo que sin dudas sus niveles de calidad de vida en todo sentido se han incrementado, y también la de su familia, cuenta su papá, Rodrigo Salinas. Pero, no sólo por lo funcional, que es lo más evidente, sino también emocional, porque se hizo realidad un sueño que hasta hace cerca de dos años era inalcanzable. «Lo más emocionante e impactante para Benjamín ha sido sentir sus dos manos, porque jamás pensó que las tendría», manifiesta.

Si bien asiste a la Teletón desde que tiene seis meses de vida, nunca tuvo la posibilidad de tener prótesis hasta que los contactaron de la casa de estudios para que fuera beneficiado con la entrega gratuita de prótesis fabricadas a partir de la tecnología de impresión 3D.

LA TECNOLOGÍA «3D»

Pablo Aqueveque, profesor asociado de la carrera, gestó la idea motivado por el impacto de iniciativas similares en el extranjero, e invitó a un grupo de cuatro alumnos para que se hicieran parte del proyecto donde el entusiasmo, voluntad y compromiso eran las materias primas. Los estudiantes, destaca, son voluntarios (no reciben ningún honorario) y han sido los encargados de todo el proceso de fabricación de las prótesis; los materiales para ello se adquieren a través de donaciones.

El trabajo comenzó hace cerca de tres años y el primero fue de aprendizaje, pues si bien Aqueveque tenía experiencia con impresiones 3D, no era relacionada con prótesis. Los alumnos, en tanto, no habían trabajado con esta tecnología y debieron partir de cero. «Se hicieron 30 modelos antes de hacer la primera entrega», apunta.

La fabricación de la prótesis es completamente hecha por los estudiantes; desde el dibujo que se hace en el computador a partir de bases que son modificadas y ajustadas en tamaño y forma, hasta el ensamblaje de piezas e instalación de velcros, correas y elementos que amortiguan el plástico para que no esté en contacto con la piel. La impresoras 3D pertenecen a la carrera y en éstas el plástico es la tinta que plasma el diseño.

Sobre esta tecnología, Pablo Aqueveque aclara que «el proceso de impresión 3D normalmente se utiliza para prototipos o piezas únicas, no es de producción en serie. En las prótesis el diseño es exclusivo para cada uno de los usuarios».

BENEFICIAR A NIÑOS

El impacto de la iniciativa ha sido importante, pues antes de Benjamín Salinas hubo dos niños y actualmente se está trabajando con cuatro.

Y sí, el trabajo se enfoca sólo con niños, por el beneficio directo de la entrega y también porque tiene sentido en relación a la fabricación a partir de impresión. Al respecto, Aqueveque plantea que «las prótesis son funcionales, pero no las típicas que duran bastante tiempo, la vida útil de éstas no debiera ser más de un año». Debido al crecimiento y desarrollo, en la infancia se producen veloces y a veces drásticos cambios anatómicos que llevan a que en ese plazo posiblemente sea necesario renovar la prótesis. De hecho, a Benjamín le han pasado tres en un año y medio.

EXPERIENCIA Y MEJORAS

Respecto a los resultados, los beneficiados, sus familias y el equipo a cargo de la fabricación de las prótesis están felices y satisfechos. La entrega no es el único éxito, la tarea no culmina ahí, saber cuál ha sido la experiencia de usuario es fundamental. Para ello siguen los casos manteniendo contacto con las familias, puntualiza Pablo Aqueveque.

Lo que evalúan son dos aristas, tanto la funcional como la socioemocional. «Preguntamos, por ejemplo, cómo han sido los niños recibidos por sus pares, un aspecto no menor, porque la integración social cuando hay un elemento ‘extra’ puede ser compleja. Si hay prótesis que no son aceptadas o causan burla, es necesario eliminarlas de inmediato», sostiene el profesional. También indagan en el uso, funcionamiento, adaptación y comodidad.

Sobre esto, aclara que «estas prótesis tienen limitaciones funcionales relacionadas con el trabajo fino, como tomar un lápiz y escribir», pero no es una falencia del trabajo de este equipo, sino que aún en el mundo se está trabajando para mejorar los modelos y lo que aquí se está haciendo y las tecnologías usadas va a la par con los avances internacionales, asevera el profesional. Aún así, el positivo cambio en la vida de quienes la reciben sólo demuestra que se trata de una iniciativa que debe crecer, expandirse y darle oportunidad a otros niños.

Y ese es el anhelo. Es por ello que se mantienen abiertos a la colaboración, a recibir ayudas que fortalezcan y potencien este trabajo, siempre en la línea de la entrega gratuita a los usuarios, a través del aporte de recursos. Y no sólo dinero para adquirir material o en insumos, sino también de capital humano. «Todo sería muy beneficioso, nosotros estamos en un área de ingeniería donde no tenemos todas las especialidades, por ejemplo, no somos diseñadores y ahí puede costarnos desarrollar algunas mejoras», reconoce Pablo Aqueveque. Así, que un diseñador aporte con su trabajo, permitiría avanzar. «Siempre estamos abiertos a eso, porque queremos que crezca y eso depende de las personas y las voluntades».

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